Con la llegada del 2018 sapos y predicadores nos traen los últimos acontecimientos en la política venezolana, comentarios, discrepancias y más.

Un Churrero sin harina

Los que están fuera de Venezuela no se explican nada. El dando patadas al aire, y sus secuaces le aplaudían al modo Escobar, no Manolo, Don Pablo, el hombre que tuvo en jaque el mundo. Me insisten en que tiene un mal que tendrá que tratar en Cuba, para que se lo carguen como al Comandante, recordado Jefe Supremo que supo robar y guardar la ropa, enfrentarse con cachondeo al Gringo, vacilar al Rey jubilado de los españoles… ¿Por qué no te callas? Ahora, los imitadores de la nada andan soltando soflamas, para que les tenga en cuenta en unas quinielas, que no se jugarán. La cena es lo de menos, lo importante es que no vean de dónde viene, ni adónde va. El mundo es un secreto guardado en el bolsillo de los que creen tener por el corazón secuestrado el amor de su Pueblo. En Venezuela no se celebró, en Miraflores se lloró.

El pañuelo del Jefe

El Jefe suda como un cochino, cuando se acumula el aire caliente alrededor de sus caderas y consigue moverlas con ritmo, generan una temperatura que es como el pecho de una parturienta. En la cena hubo de todo, sólo un comentario… ¿Dónde cenará el Vampiro? Respuesta de un consentido: Le pagamos la cena donde nos dijo ¿Iba solo? Que va, se trajo hasta los osos de Berlín. Y, ¿nuestro periodista de cámara, y su operada esposa? Aguantaron el tipo, todavía no saben que son agentes dobles. Y, ¿ellos? También son dobles, pero que quieres que te cuente Jefe. Déjame el pañuelo para que limpie mis lágrimas de pena por lo que se perdieron: hallacas con jamón y caviar a cucharadas que me lo mandó Putin. Jefe se le ha caído el pañuelo. Tranquilo brother que sigo moviendo el pandero del infortunio. Se danzó, se rumió, hay quien imitó a los senadores romanos, vomitando hasta tres veces la cena. ¡Que el hambre y la triquinosis os acompañe! ¡Con dios Comandante! ¡A la orden de Izarra!