Mi amiga Irene, con las axilas sin depilar, me criticaba y decía: ‘hablas muy mal, y, no escribes tan mal’. ¿Por qué hablas así? Poe protección, para Revolver… y al pan, pan; y al vino… Hablo todos los días con Venezuela. Una vez que dejé claro a los oportunistas de aquí, que no había nada que rascar, sigo mi búsqueda para enviar ayuda, cariño y buenos consejos. Entre otros he sugerido a nuestro querido Editor, que invente fórmulas para fomentar la colaboración entre nuestros mundos. Los de la octava Isla de mis amadas Canarias, los venezolanos, pueden ser los que reciban nuestros micro créditos para levantar nuestra maltrecha economía. ¡Vayamos a VENEZUELA y evitemos la guerra en la que el cabestro de Maduro nos quiere meter! La colaboración entre hermanos puede ayudar a resucitar de la anarquía a la Diosa del Caribe.

Me ofrezco en cuerpo y alma para negociar con Maduro su salida hacia el Tribunal de la Haya, al de Derechos Humanos… Le ocurrirá igual que a Cara de Piña en Panamá, le van a coger los gringos y le van a partir su cara dura, con la que mata, roba, blanquea, arruina… ¿Hay alguien por ahí que no esté de acuerdo? Pues que le jodan. La verdad sólo tiene un camino, y en éste caso es el de la cárcel, la prisión eterna, a perpetuidad. Sólo la vida de los Niños muertos por la Libertad de todos, deberían condenar a éste sátrapa, que pasará a la historia al lado de Hitler. Exterminar un Pueblo, robar hasta la extenuación, violar los principios más fundamentales de cualquier sociedad. Despreciar el respeto por los semejantes, matar de hambre y de analfabetismo a los jóvenes que quiere VIVIR. Y, desde aquí os juro que le llevaré una Lima. Una Lima para que perfile sus cuernos de diablo, recorte sus uñas llenas del ADN de los que ha matado, asesinado, violado… ¡Hijo de satanás! Una Lima para que pueda afilar sus colmillos llenos de sangre de los niños que nacen sin futuro…

No sé si se nota, pero estoy muy cabreado. Esto tiene que acabar ya, y hay que dejarse de medias tintas y de jugar a llevar el balón a nuestro campo. El campo es Venezuela, los que pasan hambre son los niños, nuestros hijos… Los que mueren en las calles lo hacen por la Libertad de todos, y todos debemos dignificarles y agradecer a sus familias haber entregado lo MÁS GRANDE. Si se trata de una Lima, que esté bien afilada, y más lejos que la de mi querida Perú. ¡Acabemos con el dictador y sus locuras!