Recuerdo con mucha nostalgia, aquellos 24 de diciembre por la noche, fecha en la que dejábamos la carta al niño Jesús en casa de la abuela Ángela, lugar donde nos reuníamos todos a esperar los regalos que nos traería el pequeño de Nazaret.

La casa era grande y para mi la más bonita del mundo (porque fue construida por mi abuelo del cual siento mucho orgullo), estaba ubicada en un barrio humilde y de gente trabajadora. Cuando llegábamos, nos encantaba (a los nietos) jugar con las figuras del espectacular nacimiento, al que mi abuela solía poner fuentes y ríos que te daban la sensación de que todo era real.

Los aromas que salían de la cocina eran embelesadores, las hallacas (preparadas con esmero el fin de semana anterior a la cena con la sazón de las mujeres de la familia), dejaban el perfume de un delicado y laborioso plato protagonista de la noche buena, el pernil asado, las ensaladas, el pan de jamón, el dulce de lechosa, la torta negra, el ponche crema o leche e´burra (que solo lo preparaba el abuelo Humberto), todo se disponía sobre una mesa que mas que perfectamente montada, estaba llena de amor y calor familiar.

Mis abuelos (padre y madre de 10 hijos, 8 de ellos casados), recibían con entusiasmo a su familión, eso sin contar algunos amigos de la casa, que muchas veces se pasaban un ratito y terminaban picoteando algunos de los manjares de Ángela, al final, terminábamos siendo como 30, por decir algo.

Era maravilloso como en ese barrio las puertas estaban abiertas de par en par, sin miedo a la delincuencia, lo único que entraba a tu casa era amistad, buena vecindad y hermandad, digna prosapia venezolana en aquellos tiempos.

A las doce de la noche, todos gritábamos ¡LLEGO EL NIÑO JESÚS!, y salíamos corriendo los que aún estábamos despiertos (los mas pequeños se quedaban dormidos), a ver donde nos habían dejado los regalos.

Nuestros padres decían, ¡corran, vayan a todas las habitaciones, el niño Jesús habrá entrado por alguna de las ventanas para que no lo vean y los regalos tendrán sus nombres!, nos desperdigábamos y nos reencontrábamos entre rizas…. ¿lo has conseguido o no?…..¡creo que he visto el tuyo en el cuarto de tía!…..en fin, cuando ya los teníamos todos, nos tirábamos en el suelo del salón a abrirlos juntos, fue una época muy linda y me imagino que para la gran mayoría de los venezolanos también fue así.

Es muy duro, después de haber vivido esa experiencia, aceptar que el país se encuentre hundido en la miseria, sin contar  los ostracismos de muchos venezolanos inocentes, y para rematar que el pueblo sea tratado como juguete del régimen totalitario actual, decidiendo una cosa ahora y al día siguiente la cambie por otra peor.

El pueblo esta harto de ser mancillado, no es justo lo que se esta viviendo, dejar sin dinero en plena época decembrina a muchos padres, abuelos, hombres y mujeres que han trabajado con las uñas para obtener tan poco y no poder compensar a sus familias el tiempo invertido en colas con un regalo o una cena digna.

Es imperdonable el tiempo que se ha perdido y que es ¡irrecuperable!, ya sea para conseguir alimentos o para depositar los billetes de 100 Bs, solo por un arrebato mas de insensatez del enfermo mental invasor de Miraflores. Todo lo que ha hecho es desangrar al país, los venezolanos estamos siendo contagiados de esa esquizofrenia escatológica que ha propagado el desgobierno del innombrable.

La justicia y el sentido común (algo fundamental), tiene que llegar a las Fuerzas Armadas, ¡ellos también están padeciendo esta catástrofe!, deben reaccionar y acabar con el mal vivir del pueblo y evitar un estallido social que no van a poder detener llegado el momento, el huracán esta cerca y quiere traer consigo un tsunami humano, lo sucedido en varios Estados del país el fin de semana pasado no es nada en comparación a lo que puede ocurrir.

La responsabilidad recaerá sobre los que prescinden tomar las riendas de la paz, los encargados a resguardar y proteger a la nación de cualquier tipo de agresión u opresión, los que están en las líneas del poder militar para subsanar con la defensa los derechos de los venezolanos y el restablecimiento de las instituciones dentro del marco constitucional.

Estas navidades no puedo ocultar mi depresión, impotencia, indignación, por los infortunios de mis hermanos, pero sobre todo, ante el llanto silencioso de mi madre Venezuela, ¡gemido de martirio que corre por mis venas!, sangre ardiente que escuece en el corazón.

Es el momento de parar y reflexionar, el llamado es al unísono, ¿DÓNDE ESTAN NUESTRAS FUERZAS ARMADAS?, ¿DÓNDE ESTAN LOS MILITARES QUE JURARON PROTEGER NUESTRO TERRUÑO?, ¡Si!, es contigo, ¡no te hagas el musiú!…. ¡DEJA EL MIEDO, PORQUE AL PUEBLO HASTA ESO LE HAN ROBADO Y ESTA RESTEADO!.

Yo, solo puedo pedirle al niño Jesús este año, que se restablezca el orden constitucional y para eso los rojitos deben salir de Miraflores.

Carta al niño Jesús.

Querido niño Jesús, te pido de todo corazón que Nicolás Maduro salga del poder este año, para que haya elecciones libres y democráticas. Sé que tu lo puedes todo, y es el único regalo que estamos deseando la gran mayoría de los venezolanos.

¡Gracias, porque estoy segura de que nos has oído!.