Muchos son los recuerdos que tengo de mi infancia y hasta de la adolescencia: fiestas con los amigos donde abundaba la comida, salir de compras con el que fuera mi salario para esa época, incluso recuerdo que con la liquidación de mi primer trabajo logré comprarme un carro y aún me quedó dinero. Ir al supermercado con mis papás era la mejor experiencia; yo era la encargada de meter en el carrito cuantas chucherías o galletas me pasaran por el frente, les hablo de hace 15 años atrás. Pero sin ir muy lejos –hace 3 años- disfrutaba ir al supermercado. Salía bien temprano con mi esposo y mis dos hijos, desayunábamos en algún local de aquellos donde se come divino en Caracas y luego sin apuro, sin corredera, sin estrés, sin exponernos a la humillación y al sol inclemente, llegábamos a la tienda donde comprábamos lo que necesitábamos y lo que simplemente queríamos –gratos recuerdos aquellos-.

Para nadie es un secreto la situación que padecemos quienes vivimos en Venezuela, estamos sumergidos en una crisis tan grave que cada día se nos hace más difícil comprar alimentos, no solo porque no se consiguen sino porque a veces el dinero no alcanza.

En esta coyuntura en la que nos encontramos me pregunto ¿Cómo hará aquel venezolano que gana salario mínimo, comerá, pagará los servicios…en pocas palabras vivirá? Esta pregunta me la hago todos los días y digo ¡claro que nadie en Venezuela puede vivir con 15 mil bolívares al mes! cuando la canasta básica está por encima de los 256 bolívares. Es más, con ningún salario el venezolano puede vivir dignamente.

Este gobierno -el peor a mi juicio en la historia de Venezuela- se cree o nos quiere hacer creer, que el salario mínimo en el país es el más alto de Latinoamérica, si lo llevamos a dólares serían 15 dólares al mes -saquen la cuenta- sino que además continúa engañando al país diciendo que esta situación a la que ellos llaman ¨Guerra económica¨ es inducida por los factores del imperio.

La realidad es la que como yo, vivimos millones de venezolanos que aunque trabajemos –y muy duro, por cierto- no podemos comprarnos un par de zapatos, salir al cine con nuestros hijos, comprar comida sin exponernos a que nos maten en una cola y no menos, a humillaciones.

Mi realidad es la de muchos, trabajamos solo para comer: un kilo de queso amarillo está en 6 mil bolívares –que solo te dura 8 días, dependiendo de la cantidad de personas- el kilo de carne roja, ronda los 5 mil bolívares –el precio varía según el lugar donde la compres – el kilo de muslo está en 2200 bolívares –donde yo lo compro lo venden a partir de 14 kilos- por ello debes pagar 30.800 bolívares-… y así puedo seguir diciéndole los precios de cada uno de los productos que son necesarios para nuestra dieta diaria, pero que muy pocos venezolanos –en este momento- pueden comer.

En Venezuela todos los días aumentan los costos de los alimentos, lo que hoy compramos a un precio mañana lo pagamos a otro. Pero así como en el país aumentan los bienes y servicios, también aumentan las ganas de millones de venezolanos que como yo estamos cansados de vivir entre tanta miseria y por eso, en este momento decimos al mundo #YoRevocoAEsteGobierno por ineficiente e incapaz.

Por Heidi Maldonado Durán