Hambre en VenezuelaEl hambre en Venezuela los azota y mientras lloran con estómagos vacíos dicen ser despojos humanos para el gobierno. 

 

El hambre en Venezuela se agudiza. Ya no solo es la grave escasez de alimentos que denunciaron los abuelos del Centro de Salud Social y Residencial “Capitán Luis Rafael Pimentel”, conocido como el geriátrico de San Mateo, en Aragua sino que la situación se agravó al punto de que ya no reciben cena.

La comida para los 67 abuelos que permanecen en el lugar se convirtió en lágrimas, porque durante dos noches el hambre fue el único acompañante de los ancianos.

“Ayúdenos, por favor, ayúdenos”, fue la expresión de Leopoldo Muller al iniciar la conversación. El anciano de 73 años lleva cuatro años en el geriátrico de San Mateo donde aseguró que en un principio todo era lo más parecido al paraíso.

Muller se vio en la necesidad de vivir allí. Tiene a dos nietos en la orfandad que dependen de él. Todos los días sale a la calle a trabajar. Vende pan y catalinas. Asegura que “cuando uno tiene obligación, necesidad y ama de verdad, se hace lo que sea para que sus muchachos coman”. Una panificadora le vende catalinas una vez a la semana y sale a venderlas por San Mateo.

“En 4 años nunca hubo problemas en el geriátrico. Fue llegar a una casa de amistad y apoyo, cuando yo llegué sobraba comida, llegaban medicinas y en la tarde hasta daban merienda, guarapo con galleta. Yo salgo a la calle y consigo mi comida, pero aquí hay muchos incapacitados, mochos, eclenques, me da impotencia y sentimiento y ver tanta crueldad, porque es gente que dio todo por la patria y la patria no responde por nosotros. El alcalde no se ha pronunciado ante el problema como tampoco el gobernador y la directora del Sager, que solo viene a amenazarnos, a tildar de ladrones a los obreros y decirnos que tenemos que agradecer que al menos tenemos un techo porque si ella quiere manda a cerrar el geriátrico”, relató el anciano.

El geriátrico depende del Sager, órgano adscrito a la Corporación de Salud de Aragua. No llegan los alimentos y es el propio personal que allí labora, el encargado de salir a mendigar a la cale todos los días la comida para los abuelos.

Hambre en VenezuelaLa cena del lunes no se concretó. No había nada en las despensas del geriátrico. Muller relató que el martes desayunaron arepa rellena con auyama. Las arepas con la harina que llevó una trabajadora y la auyama que fue colaboración de una enfermera. En la tarde almorzaron un poquito de pasta con caraotas porque asegura que la llevaron en calidad de donación los hermanos cristianos evangélicos. Tampoco hubo cena.

“Todo el mundo llorando de hambre porque de por si es deficiente, muy poquita, pero llegamos al punto que ni siquiera cenamos. Muchos ancianos se caen del hambre, los han llevado al hospital y no hay con que reanimarlos porque no hay ni un suero, aquí no llega nada”, aseguró Muller.

Los ancianos son víctimas del hambre en Venezuela. A pesar de las denuncias, no hay autoridad que le ponga el cascabel al gato. Este miércoles desayunaron arepa con mortadela. Nuevamente los cristianos evangélicos en su obra de caridad, llevaron merluza al recinto y los abuelos pudieron almorzar arroz con merluza. Según Muller, una cucharada de cada uno de los alimentos. En la cena, la merluza se repitió con bollitos. No saben si comerán el resto de la semana pues desconocen si habrá almas caritativas que les regalen los alimentos.

Muller condenó que con hambre sea  la manera como les paga la patria luego de haber entregado sus años de juventud a la nación. Dijo que en su caso, sirvió durante dos años al ejército, tiempo durante el cual le pagaban 11 bolívares mensuales que le servían para comer y alimentar a la familia.

“Ahora aquí en el geriátrico hasta los ladrones saltan la cerca para robarnos los bombillos y nuestras pertenencias. Aquí  violaron a una señora de 87 años.  Estamos en una desgracia, una horrible desgracia. Ayúdenos que aquí nos estamos muriendo de mengua, necesidad, hambre y el gobernador Tareck El Aissami ni nos mira, somos despojos humanos”, concluyó el abuelo.