La batalla del billete de 100 para este Gobierno acostumbrado a tratar a Venezuela como si fuera un cuartel militar fue desastrosa en lo táctico y estratégico.

El Gobierno perdió rotundamente la batalla del billete de 100 contra las supuestas mafias cucuteñas. Para nadie es un secreto que la contramarcha a la medida impuesta por el presidente Nicolás Maduro sobre la eliminación de este billete se debió, fundamentalmente, a la crisis que provocó en la calle el hecho de dejar sin 60% de efectivo al país.

En un Gobierno que durante 18 años se ha caracterizado por plantear toda la política pública en términos de acción militar como si Venezuela fuera un gran cuartel, la batalla del billete de 100 en contra de las supuestas mafias cambiarias en Cúcuta fue un desastre en planificación, ejecución, estrategia y logística.

Esto, al compararlo con el libro «compendio del arte de la Guerra» del general suizo Antoni-Henry Jomini, quien publicó esta obra guía esencial del pensamiento militar desde 1838 y que es objeto de estudio en todas las academias castrenses.

El Presidente, al momento de tomar la medida, anunció que se había hecho el seguimiento y análisis de la medida durante dos años, es decir, se supone que esta decisión había sido analizada, evaluado su impacto y alternativas antes de anunciarla y ejecutarla.

Ya Maduro, venía afirmando en diferentes programas durante los primeros días de diciembre, que tomaría una medida contundente en el campo de la economía. Esto abrió la especulación sobre el carácter de la misma. Pero su decisión y su implementación avergonzarían su gobierno y ministros ante el general Jomini si este estuviera vivo.

La batalla del billete de 100

En la transmisión del programa 74 de ‘En contacto con Maduro’ por Venezolana de Televisión del 11 diciembre, se anuncia la medida de eliminación del billete de 100, 72 horas para que el ciudadano lo depositara en bancos públicos y 10 días adicionales para canjearlos en taquillas del BCV.

Justificaba la medida como parte de la guerra contra presuntas mafias de agencias de cambio en Cúcuta y otros países que estarían acaparando el billete para quebrar al Estado venezolano. Se iniciaba así la batalla del billete de 100.

El general Jomini señala su primera recomendación: “preparar con antelación todo el material necesario para poner en movimiento el ejército”, es decir: tener todo listo para la campaña.

La batalla del billete de 100 significaba eliminar en 3 días el 60 por ciento del papel moneda en Venezuela, lo que se traducía en canjear estos billetes por nuevos billetes que empezarían a circular el 15 de diciembre.

Para complementar la medida, Maduro ordenó el cierre unilateral de las fronteras, primero con Colombia y luego con Brasil, además de prohibir todo el tráfico aéreo privado en Venezuela durante varios días.

La medida causó pánico de inmediato y allí empezaron las contramarchas y cambios en el camino.

Marchas y contramarchas

Primero el gobierno se dio cuenta que no había capacidad en la banca pública para absorber tan  monumental masa monetaria por lo que permitió que lo hiciera también la banca privada. Llegó el día de término del lapso y millones de billetes de 100 se quedaron sin depositar. Se multiplicaron las protestas. El gobierno anunció la ampliación del lapso.

No tomó tampoco en cuenta las implicaciones del cierre fronterizo: 50 mil personas se abastecen a diario en Cúcuta de alimentos y medicinas. Con el cierre esta cadena de suministros se quebró.

Maduro pretendía represar las cantidad de billetes de 100 que decía se encontraban en Cúcuta y anular así su valor. Mientras, los supuestos nuevos billetes, no aparecieron por ningún lado y nada se pudo canjear. Por varios días los venezolanos se quedaron sin dinero en el bolsillo en plena temporada de consumo decembrino.

Derrota cantada

La enorme presión popular, la indignación en la calle y la manifiesta incapacidad del gobierno en la batalla del billete de 100 obligaron a una vergonzosa retirada, al anunciar la ampliación del lapso del billete hasta el 2 de enero y la reapertura de los pasos peatonales fronterizos entre otras acciones. Pero no con eso, finalmente y a tan solo horas antes del cierre del 2016, el presidente Nicolás Maduro anunció que el billete de 100 bolívares seguirá en circulación hasta el próximo 20 de enero.

Es evidente que el Gobierno, tal y como lo indica Jomini, no tenía nada preparado: ni la manera de recoger el efectivo, ni la moneda para sustituirla, ni las medidas para enfrentar la liquidez que se provocaría, ni la información al público.

No estaba Maduro preparado para la batalla del billete de 100.

Además de esto se cometieron errores estratégicos garrafales: el haber escogido la fecha decembrina para la operación, el no haber investigado suficientemente el impacto de la medida especialmente en el tema de afectar el efectivo de la gente en la calle.

Jomini lo dijo hace 182 años: “se deben fijar claramente métodos e instrucciones” y se debe “disponer y dirigir los reconocimientos de toda clase para conocer posiciones del enemigo”.

El gobierno no hizo nada de esto y por eso, su derrota estaba cantada.

Vergonzosa retirada

Ni siquiera Maduro había preparado una estrategia en caso de salir mal parado de esta batalla. Al verse obligado abrir nuevamente la frontera, el frágil muro de contención de los billetes de 100 represados en Cúcuta se derrumbó y nuevamente el papel reingresó al sistema financiero.

El célebre Jomini lo afirmaba así como último consejo: “se deben tomar todas las medidas de precaución necesarias en las retiradas para su mejor orden”.

De nada sirvieron las agónicas amenazas del gobernador del Táchira, José Vielma Mora, sobre la detención de todo el que portara billetes de 100 provenientes de Colombia. Ningún funcionario pudo controlar este paso.

Lo que imperó en las autoridades venezolanas fue el desorden. La conclusión es obvia: Maduro implementó una medida improvisada, carente de pensamiento estratégico, que puso a sufrir al pueblo que él afirma defender y que lo hundió en el foso de los peores mandatarios en la historia de Venezuela. A él y a los “estrategas” militares que le recomendaron la medida.