preciosLos altos precios del jamón, queso y embutidos los convierten en productos casi de lujo. No todos los venezolanos pueden consumirlos.

La dinámica y la frecuencia de hacer mercado para los venezolanos ha cambiado producto de la crisis económica. Sin embargo, para algunos casos específicos como lo referente a la compra de charcutería, la situación es aún más particular. Los altos precios del jamón y el queso en todas sus variantes hacen que los ciudadanos bajen el consumo o lo adecuen a sus posibilidades, a veces nulas.

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Aunque en un recorrido realizado por el equipo de El Correo del Orinoco en la ciudad de Caracas no se constató escasez de estos alimentos, sí se evidenció que los precios no son asequibles para quienes ganan apenas 9.600 bolívares al mes (sueldo mínimo actual).

Por ejemplo, una rueda de queso de mano, tradicionalmente utilizado para las arepas, cuesta alrededor de 1.500 bolívares y alcanza para la comida de 3 adultos. El parmesano, preferido para las salsas para pastas, puede llegar hasta 4 mil bolívares el kilo, casi la mitad del sueldo mínimo. El queso amarillo rebanado oscila entre los Bs. 3 mil y 4 mil, mientras que el blanco para rallar llega a los 2.500.

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La pechuga de pollo asciende a Bs. 3000 y la de pavo se consigue en Bs. 2000.

Un padre de una familia de clase media consultado en un supermercado del este de la capital explicó que para no sentir un impacto tan fuerte en el bolsillo prefiere hacer compras semanales de estos productos.

«Compro medio kilo de jamón y medio de queso. A veces compro dos tipos de queso. Eso es mínimo 6 mil bolívares y ya no compro los madurados porque ahí sí es verdad que no podría comprar más nada», lamenta.

Agrega que en comparación con el año pasado su poder adquisitivo y sus hábitos de consumo han disminuido y cambiado.

Señala específicamente que antes solía comprar jamón serrano por lo menos una vez al mes. Actualmente cuesta aproximadamente 20 mil el kilo.

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«No se puede. Uno compra un poquitico, como para comer una sola vez y es un lujo».

Otros productos de menor calidad son el «resuelve» de algunos que se ven aún más limitados. Una joven de 23 años encuestada en las afueras de un Abasto Bicentenario en Caracas dijo que para su casa lo que compra es mortadela y algunas veces jamón de espalda. La mortadela se consigue, con suerte, en menos de Bs. 1000 el kilo y el jamón de espalda de Bs. 1.500.