Las colas en Venezuela no parecen tener fin, no sólo porque se hacen sino por lo largas que son con historias de hambre.

Formar parte de una de las tantas colas en Venezuela es conseguir que el corazón se arrugue y a la vez se llene de coraje, madres con niños en brazos y hasta ancianos sostenidos apenas por un bastón, se abocan diariamente y desde muy temprano a las adyacencias de los establecimientos comerciales en busca de lo que sea.

La escasez de alimentos que produce las largas colas en Venezuela al parecer no van a finalizar y es que, a pesar de los nulos intentos del gobierno nacional en crear programas para abastecer a la población estos se quedan cortos para satisfacer la gran demanda.

En una de las tantas colas en Venezuela estaba Rosalba Ochoa, una habitante de Maracaibo que asegura estar esperando, por casi nueve horas, a que en el Bicentenario llegue harina, pues manifiesta que no compra desde hace dos semanas atrás y que la reserva que tenía en su hogar simplemente ya se terminó.

“No tengo nada ya en la casa, no es posible que llevemos más de nueve horas en la cola y nada”

“Me preocupan mis hijos porque ya viene el periodo de vacaciones y en el colegio al menos tenían seguro una arepa así fuese sola, en la casa nada es seguro porque la vitrina la tengo vacía”, sentencia Ochoa.

En otra de las colas en Venezuela estaba Rubén Manzanares, otro habitante de Maracaibo quien manifiesta su descontento pues precisa que en reiteradas oportunidades ha tenido que dejar de ir al trabajo sólo por conseguir el sustento de su casa.

“Nos ponen a hacer la cola lejos del supermercado para disimular, pero, hagan lo que hagan no van a tapar el hambre”

“Esto no se aguanta uno pierde el día de trabajo para venirse a meter en una cola y nada más para ver qué es lo que hay…, le estoy dando agua de maíz al menor porque no consigo leche y a ligar que no se me enferme porque va a ser peor”, manifiesta Manzanares.