Rubén Blades habla de posición de Donald Trump sobre VenezuelaA través de su pagina de Facebook, Rubén Blades publicó una carta dirigida al presidente de su país, Juan Carlos Varela, por el temor de que Trump este utilizando a Venezuela para distraer la atención nacional e internacional.

Rubén Blades, el reconocido cantante panameño, publicó a través de Facebook su posición acerca de la conversación que mantuvieron Trump y Juan Carlos Varela, presidente de Panamá.

Blades manifestó su preocupación a que el presidente de Estados Unidos Donald Trump, use a Venezuela para distraer a la opinión pública y cerrar filas alrededor de su absurda presidencia.

Según el escrito, ambos mandatarios trataron sobre la importancia de alentar el respeto a las leyes y procesos democráticos en Venezuela, donde están atravesando una gran crisis política y económica.

«Política y emocionalmente, un conflicto internacional crea un apoyo incondicional e instantáneo para un gobierno, incluso uno con problemas internos (…) Me inquieta el que un energúmeno introduzca un barril de pólvora como tema de discusión».

El cantautor teme que el presidente, Donald Trump haya requerido de su par panameño «asistencia» para solventar la crisis venezolana, como un recurso para aliviar la crisis de credibilidad que sufre a nivel mundial y distraer la atención de sus frecuentes desaciertos.

Asimismo, Blades le recomendó a Varela que no se deje embaucar por las promesas de futuros apoyos políticos a cambio de la participación de Panamá en iniciativas egocéntricas, culminando con que el gobierno norteamericano no agradece favores hechos, solo favores por hacer.

El cantante panameño de 68 años y con aspiraciones presidenciales para el 2019, publicó en la misma red social un escrito de aclaratoria, exponiendo que cada medio o persona interpreta a su parecer su opinión, haciendo énfasis en que él como tantos otros, exige la liberación de los presos políticos en Venezuela.

A continuación los escritos:

Llamada del Presidente Trump, de los Estados Unidos al Presidente Varela, de Panamá.

Fue una sorpresa inicial la aparente y súbita iniciativa del presidente Trump de llamar por teléfono a su homólogo de Panamá, para conversar sobre temas que podrían considerarse superfluos, comparados con los escándalos que hoy enfrentan sus respectivos gobiernos. Pero al valorar el asunto del por que de la llamada telefónica, me vino a la mente el episodio de la desastrosa visita en 1958 del entonces ex-vicepresidente Richard Nixon, a Caracas, Venezuela.

El viaje pretendía demostrar cálidos lazos de amistad entre ambos países. Pero Nixon fue recibido por turbas que apedrearon a la comitiva gritando consignas anti-yankees y, al final, salió del país sin haber cumplido el cometido asignado. Para atenuar el negativo impacto de la visita, evento transmitido al mundo entero por medios de información internacionales, Nixon a su regreso hizo una parada no programada en Panamá, un lugar considerado seguro y amigable, donde se podía fotografiar su figura frente a una población lanzando flores a su paso y no «cocteles Molotov».

La llamada de Trump a Varela puede ser interpretada como un intento mediático para distraer la atención nacional e internacional y mejorar su creciente imagen de anti-estadista. Su gesto igualmente beneficia al presidente Varela, quien experimenta, como lo indican recientes encuestas, un acelerado descenso de popularidad.

Desde esta perspectiva, el telefonazo funciona para consolar a dos egos presidenciales lastimados y distraer momentáneamente al público y a los medios que reportan los escándalos en ambas gobiernos, en dos idiomas.

Por otro lado, llama la atención el comentario de que uno de los puntos mencionados en la conversación telefónica, aparentemente, fue Venezuela. Que Trump invente otro «cuco», como causa patriótica para distraer a su país y obligar incluso a sus más acérrimos adversarios y críticos a cerrar filas alrededor de su absurda presidencia, tiene sentido. Política y emocionalmente, un conflicto internacional crea un apoyo incondicional e instantáneo para un gobierno, incluso uno con problemas internos.

Ya el ex-presidente Obama sentó las bases al declarar a Venezuela, «un claro e inminente peligro para la seguridad de Estados Unidos», una exageración dirigida a presionar al gobierno de Maduro a respetar la seguridad de los detenidos y presos políticos Venezolanos y que puede ser re-interpretada por Trump con todo su equivocado fervor.

Me inquieta el que un energúmeno introduzca un barril de pólvora como tema de discusión con un indeciso puritano. Quede claro: no estoy sugiriendo ni remotamente que Estados Unidos este considerando invadir a país alguno.

Pero los precedentes de intervenciones, como distracción a problemas de imagen presidencial, ya existen:
La invasión a Panamá fue producto de la necesidad de George Bush padre en demostrar su temple, en momentos en que su gobierno era acusado de ser débil, e indeciso. La invasión de Grenada por Reagan pretendió evadir los mismos adjetivos, luego del desastre de su decisión de enviar Marines al Líbano. En este caso, como una recurso para aliviar la crisis de credibilidad que sufre a nivel mundial, Trump podría solicitar a Varela su asistencia con respecto a la crisis venezolana, utilizándola como una distracción que nos desvíe del examen de sus frecuentes desaciertos. Ese es el modo de operar clásico de magos y de estafadores de todas las estirpes.

Presidente Varela: no se deje embaucar por las promesas de futuros apoyos políticos a cambio de la participación de Panamá en iniciativas egocéntricas, maquilladas con la falsa consistencia que aparenta la arena movediza.

El gobierno norteamericano no agradece favores hechos, solo favores por hacer. Pregúntele a Noriega.

Rubén Blades