Conjuguemos el verbo succionar:

Yo succiono
Tú me succionas
Él succiona
Nosotros succionamos
Vosotros me succionáis
Ellos también succionan, y me succionan.

Es una forma libre de interpretar la canción del pirata Malburro, escuchada en el programa Salvados, que emite la televisora de laSexta, en España, y que produce el periodista Jordi Évole. Asistimos atónitos a la entrevista de la caricatura de un Presidente de Venezuela, que está llegando al mayor de los ridículos, recordando en muchas ocasiones los gestos del travestido dictador Muàmmar Muhàmmad Abd-as-Salam Abu-Minyar al-Qaddhafí, Muamar Gadafi para los amigos.

En el Hospital Universitario, en el Algodonal, San Juan de Dios, José María Vargas, Miguel Pérez Carreño, Concepción Palacios, de Caracas (por hablar de la capital)… Vamos, en todos. La sangre, líquido que llevan todos los humanos como savia, hoy, ayer y desde hace unos años, falta, escasea, no hay ni donde recogerla, porque la succionan desde las cuentas en paraísos fiscales. Y a los venezolanos, que les queda solidaridad para tapar el sol, y hambre para beberse el océano, siguen en la búsqueda de un líder. Los malandros de todos lados, la gestión nefasta de Nicolás Malburro ‘El Traqueto’ de nariz hinchada, como Pinocho, se asomaba al programa (II) de Évole, para hacer más, si cabe, el ridículo. Con salidas de lisiado mental e indocumentado. Con la altura de un chabacano que no sabe ponerse delante de su Pueblo. Incapaz de representar nada que no sean lugares comunes, risas que tapan la ira, rencor, odio, y todo en nombre de Venezuela.

Empezó conduciendo un autobús, un día le entró una luz por el espejo retrovisor que le habló y le dijo: ‘gilipollas gira que nos estrellamos’, y así está mi amada Venezuela, con un conductor hasta arriba de complejos, en una Miraflores gris de luto de muerte y de hambre. Esperando a que le den una patada en su enorme culo. Los americanos le quieren fuera, y también los: canadienses, americanos del sur, este y oeste, europeos, africanos, asiáticos… ¿Su amigo? El de Pionyang que es otro iluminado que juega a ser dios, y mata, como Malburro a su Pueblo de hambre, y ellos amasan miles de millones de dólares en paraísos que les llevarán a la cárcel. ¡Todos los NARCOTRAFICANTES acaban igual!, me contaba un día un preso político de Diosdado… Muertos de un tiro en el tejado, con el culo roto, con su familia destruida, con sus bienes incautados… ¡MALBURRO, QUE VIENEN!

Si mañana entra un comando en Miraflores y se llevan al traqueto, a Diosdado, a sus respectivas, a sus descendencias… a juzgarlos en un tribunal internacional, su color será el NARANJA. Desde este espacio de LIBERTAD, me acuerdo todos los días de los PRESOS POLÍTICOS y del padre de Malburro.

A sus órdenes presidente de paja y coca.