El café, bebida primordial para el despertar venezolano, aumentó considerablemente su precio sin embargo el costo bachaqueado lo duplica.

Para muchos venezolanos el café marca el inicio de la jornada diaria. A lo largo de los años esta bebida es preparada por las amas de casa para acompañar los desayunos, un cigarrillo y hasta para recibir a las visitas, sin embargo, tras el alza de su costo, el café comenzó a ausentarse de las mañanas venezolanas.

De acuerdo a la Providencia Administrativa 024, de la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde) el kilogramo de café quedó fijado en 694,21 bolívares, mientras que el empaque de medio kilo en 358,12 bolívares y la presentación en cuarto de kilo en 183,19 bolívares.

Este producto sufrió un aumento que representa 1.389%, es decir 15 veces su costo anterior, por lo que, el café se convirtió en otro de los productos más buscados pues, las carencias para poder adquirirlo y la necesidad que para muchos significa, fue el detonante para que los bachaqueros arrasaran con el rubro.

En muchos supermercados como ya es costumbre muchos productos no se consiguen y entre esos el café, así que para poder preparar siquiera una taza del negrito los usuarios deben acudir al mercado Las Pulgas, ubicado en la ciudad de Maracaibo, donde sí lo hay como arroz.

Sin embargo, a pesar del costo estipulado por la Sundde, en la cuna del bachaqueo se oferta a precios totalmente desmedidos e impagables para los usuarios, pues por la presentación de cuarto de kilo piden 850 bolívares y ni hablar del kilo, su costo en las mesas de reventa alcanza los 3 mil 500 bolívares.

Sin el café muchos se quedan sin trabajo

Hay quienes hacen vida con el café, pues desde temprano preparan sus termos y recorren la ciudad de Maracaibo para ofrecer en las diferentes plazas y quioscos el aroma y sabor de este producto, como el caso de Javier Antonio Rodríguez, un cafetero de Maracaibo, quien asegura que a diario debe pagar 850 bolívares por un cuarto de kilo de café para poder salir a trabajar.

El café lo consigo a 850 bolívares, apenas el cuartico, en Las Pulgas tengo que comprar bachaqueado porque ajá le tengo que dar de comer a mis hijos…, para poder llenar mis seis termos tengo que comprarlo en 850 bolívares, para que al menos sepa a café porque yo no voy a salir a vender agua caliente”, asegura Rodríguez.

Este trabajador asevera que sus ingresos monetarios han disminuido considerablemente, pues con el aumento que sufrió el café, aunado al de otros elementos primordiales para su preparación y venta, como el azúcar y los vasos, ha ocasionado que sus clientes más asiduos hayan suprimido el consumo del café en su día a día.

“Cuando digo que el vasito de café vale 50 bolívares la gente pega un brinco, y me dicen que estoy robando y yo les digo: ¿acaso no saben que es a mí a quien están robando? Nos estamos comiendo uno con otro, porque hasta el azúcar, por eso piden hasta 750 bolívares y los vasos ni contar, porque por el paquetico de 100 unidades piden hasta 600 bolívares”, remata Rodríguez.

El café desapareció de las tertulias marabinas

Reunirse para contar los últimos chismes del barrio con el café en la mano, también pasó a la historia, pues recibir a los vecinos con la acostumbrada taza de café ya dejó de suceder. Algunas amas de casa aseguran que no hay como suplantar el producto y que lo poco que tienen lo cuidan como si fuese oro.

“Mi hija me regaló un kilo, pagó 3 mil por ese, yo me reúno en la tarde con las comadres a jugar cartas y con el cafecito, pero ya no, solamente las cartas porque el café está muy caro, eso ya es un lujo”, afirma Evis Hernández, habitante de Maracaibo.

Hernández manifiesta que prepara un termo completo para todo el día y que, la borra no la cambia hasta que no le haya sacado lo último de sabor.

“Hasta guayoyo me ha tocado y a mí me gusta cerrero, sino no es café…, poco a poco nos quitan las costumbres, porque ya ni siquiera del tradicional hay, el que se consigue es de otro lado y uno tiene que comprarlo”, exclama Hernández.

La situación también se presenta en las oficinas ejecutivas en las que el café dejó de ser servido hace mucho rato, por él se ofrecen bebidas gaseosas o simplemente agua.