Misión Vivienda es una mentira para quienes llevan tres años en el refugio Samán de Güere porque ninguna autoridad los atiende.

Misión Vivienda…»¡eso no existe, es una gran mentira para los refugiados, nos tienen engañados!» Se escuchó la voz de una de las mujeres que en representación de 214 familias se mantenían a las puertas del Instituto Nacional de la Vivienda (Inavi), en Aragua.

Se trata de familias que perdieron sus humildes casas en Brisas del Lago, Mata Redonda y Paraparal porque el Lago de Valencia arrasó con todo a su paso. Quedaron a la intemperie y hace tres años, Tareck El Aissami, gobernador de Aragua; decidió llevarlos al refugio Samán de Güere. La promesa fue que permanecerían en el lugar construido con cubículos chinos que servían como refugio temporal por seis meses, para que finalmente la gloriosa Misión Vivienda les concediera una casa digna. De eso han pasado tres años y hoy habitan en los mismos cubículos colapsados a tal punto que hasta pegan corriente.

A las puertas de Inavi se apostaron nuevamente los refugiados. Ya perdieron la cuenta de las veces que han asistido al lugar en búsqueda de respuesta pero jamás los atienden.

“Queremos casa, nos enviaron al refugio donde estaríamos seis meses pero ya han pasado tres años y estamos en un lugar que no es apto para vivir. Hay muchos niños y tienen escabiosis, pero nadie nos responde”, dijo Bertha Núñez, una de las refugiadas que cada día ve más lejos la atención gubernamental y el cumplimiento del derecho consagrado en la Constitución Nacional como es un techo digno bajo la figura de Misión Vivienda.

Quienes se mantienen en el refugio Samán de Güere, dentro de las instalaciones del Inces La Morita, en la avenida Intercomunal Maracay-Turmero; ya no encuentran qué hacer para obtener respuesta de las autoridades. Perdieron la cuenta de las veces que trancaron la avenida Intercomunal y de las visitas que han realizado a la Gobernación de Aragua así como al Palacio de Miraflores pero… ni siquiera los atienden.

Gina Morales, vocera de los refugiados, explicó que los refugios chinos son cubículos construidos en casos de emergencia para albergar afectados. La estructura tiene un tiempo de vida útil de seis meses.

“Hay cubículos que se están hundiendo, las cloacas están desbordadas, hay niños con sarna, nosotros recolectamos y compramos tanques para tener agua pero ahora está super contaminada y no sirve para beber, los cubículos pegan corriente, cuando llueve uno no puede ni salir porque se puede morir electrocutado”, detalló la mujer quien habita junto a su hijo en ese lugar que asegura de ninguna manera está apto para vivir. Allí Misión Vivienda es una utopía, porque a ellos nadie los beneficia.

La afectada rechazó la apatía gubernamental, porque asegura que nadie los atiende “ni siquiera para decirnos un embuste”. El silencio y la falta de atención es lo único que reciben a cambio.

Por mandato del ex Presidente fallecido, Hugo Chávez, cada refugio debía tener un padrino o una madrina. Se trata de una figura que serviría de enlace con las instituciones para garantizar que los refugiados gozaran de todos los beneficios consagrados en la Ley de Refugios Dignos.

En el caso del refugio Samán de Güere, los afectados ni siquiera conocen la cara de la madrina Rosa León, ex diputada al Consejo Legislativo de Aragua, ex diputada a la Asamblea Nacional y actual secretaria para la Comunas en Aragua.

“Ni siquiera conocemos a la madrina porque ni siquiera ha ido al refugio, se supone que ella los representa ante los entes gubernamentales, pero allá no se acerca nadie”, enfatizó Morales.

Sobre la alimentación en el refugio, Jesús Humberto Prado, otro de los refugiados, aseguró que hace varias semanas dejó de llegar carne y pollo. La alimentación que garantiza la Ley de Refugios Dignos, no se cumple, pues en muchos casos, las verduras que llegan están podridas.

Recordaron los refugiados que las autoridades cuando requieren votos ase acercan al lugar con cualquier cantidad de promesas, pero ninguna cumplida. Exigen que a través de Misión Vivienda se les asigne un techo propio, de lo contrario, se mantendrán en las calles en protesta por un techo que ofrecerle a los niños que subsisten en precarias condiciones.