La prostitución en Venezuela se niega a morir pues vender placer se debate entre la problemática del país y el poder adquisitivo de los posibles clientes.

La prostitución en Venezuela está en pleno auge. Mujeres y hombres entre los  18 y 45 años continúan ejerciendo la primera profesión del mundo bajo el régimen dictatorial. El incremento del nivel de la prostitución en Venezuela responde a muchos factores, el principal es la economía, pues el poder adquisitivo cada vez se hace más cuesta arriba y muchos han emprendido este camino que por sólo el intercambio de algunos fluidos corporales y el dedicado recorrido a la piel de un extraño se ha convertido en unas de las alternativas laborales de cientos de venezolanos.

Aunque anteriormente esta profesión sólo buscaba la acumulación de bienes y lujos, esta ahora pasó en muchos casos, a ser el principal ingreso monetario de algunos venezolanos para llevar el pan a la mesa de sus casas.

Las plazas de las principales ciudades, las luces que alumbran las aceras de las avenidas, la intimidad de los centros nocturnos y la facilidad de las redes sociales son el escenario perfecto de la prostitución en Venezuela, allí sus protagonistas, quienes en su mayoría gozan de cuerpos agraciados, blanco de los deseos de más de uno y de una, captan a quienes serán sus posibles clientes.

“Me dejo amar por necesidad”

Leonela, a quien llamaremos así para resguardar su identidad, tiene 31 años y su figura es de esas que encandilan tan solo con verla, ella es una de los tantos miembros de la prostitución en Venezuela. Su llegada al mundo de los cuerpos en alquiler comenzó ocho años atrás cuando tener que caminar 12 calles para llegar al lugar donde actualmente trabaja le sirvió, sin buscarlo, como pasarela para desempeñarse en esta labor. Es así como de día maneja la nómina de sus compañeros de trabajo y de noche la satisfacción de extraños.
“Comencé a prostituirme a los 24 años, iba en la noche de regreso a mi casa y un carro me echó corneta varias veces, pero yo ignoré, antes no había tanta inseguridad como ahora pero para una mujer una situación de esas implica riesgos…, pasaron dos días en los que ocurría lo mismo, hasta que pasó en la mañana camino al local, esta persona se fue hasta el lugar en el que trabajo (una tienda) allí fue cuando vi quien era el hombre, que estuvo insistiendo durante varios días hasta que accedí…, me ofrecía dinero y yo lo acepté, así sucedió progresivamente hasta que un día me dijo que tenía otros amigos que tal vez me convendría conocer”, revela Leonela.
Para Leonela el panorama era esplendido, lo que con su trabajo no podía conseguir con esta alternativa sí, por lo que asegura que satisfacer la necesidad de querer más y más la llevó por el camino en el que transita ahora.
“Me contactó con otros hombres, señores ya mayores y casados con lo que no habría ningún riesgo, me tocó aprender a bailar desnudándome para seducirlos porque yo tenía, mejor dicho lo que aun tengo, lo que sus esposas no, juventud y por eso me pagan más”, manifiesta Leonela.
En cuestión de costos para una noche de compañía los precios pueden variar rotundamente, todo va a depender de las exigencias del cliente y de la disposición de algunas ventajas para el encuentro como lo es vehículo y lugar. Indica que por apenas unas largas dos horas para ella, pero escasas para sus clientes, el pago puede pasar de los 100 mil bolívares.

“Muchos tienen para pagarlos, otros no, entonces toca condicionar las cosas porque esto se convirtió en un trabajo en el que me dejo amar por necesidad»

«Conozco de otras amigas que viven de lo mismo, ellas se han ido a Colombia a trabajar únicamente de esto y ellas en un día hacen lo que yo en tres semanas o un mes”, indicó Leonela.

Sobre la posibilidad de atravesar la frontera y dedicarse exclusivamente a la prostitución respondió de forma negativa pues, no piensa renunciar a los pocos beneficios que obtiene de su empleo formal.

Claro que me gustaría irme, lo he pensado pero me atajan dos cosas: mi madre y comenzar desde cero. Aquí he tenido clientes extranjeros pero este es como decir mi terreno y sé muy bien cómo defenderme pero en otros lugares la verdad no…, tarde o temprano la belleza se va a acabar y me tocará conformarme con lo que conseguí”, finaliza Leonela.

Los hombres también venden placer

A pesar de que la prostitución en Venezuela y en el mundo siempre ha sido ligada en un gran porcentaje exclusivamente a las mujeres, los hombres también forman parte de este selecto grupo de personas que se han unido a este trabajo. Uno de los casos es el de Mauricio, nombre ficticio que usa para presentarse ante sus clientes, que en gran predominancia son las mujeres. Él, tiene apenas 28 años de edad, su incursión en el mundo de la prostitución surgió cuando las posibilidades de pagarse su carrera universitaria junto a otros “gustos”, como él los llama, eran nulas.

Un gran torso, acompañado de unos pectorales casi perfectos, además de unos brazos estupendamente definidos forman parte de su carta de presentación ante los inundados deseos de sus clientes.

“Estoy en este desde chamo, mi contextura física porque siempre he practicado deportes hizo que tanto mujeres como hombres me miraran…, mi primera clienta la obtuve en una boda en la que yo era mesonero, una señora que pasaba los 50 años…, necesitaba dinero, no tenía ningún compromiso y de esa forma era fácil de conseguirlo”, indica Mauricio

Mauricio asevera que no pertenece a ningún grupo de servicios sexuales y que sus actividades dentro de la prostitución llegan a través de encuentros que son solicitados a través de sus redes sociales en las cuales se exhibe sin ningún tipo de inhibición sus atributos.

“En esa época estaba en la fase de querer aprender y experimentar, después de los primeros beneficios me fije muy claro el propósito, era hacer dinero…, no, no pertenezco a ninguna red de sexo porque nunca ha sido difícil conseguir quien pague por esto y tampoco quiero ser esclavo de nadie, pues las insinuaciones siempre están a la orden del día”, precisa Mauricio.

Los servicios de Mauricio van desde una simple compañía hasta un encuentro más íntimo, el costo de este caballero de compañía o scort, como también se les llama, va a depender también de lo que exijan sus clientes y de lo que él esté dispuesto a hacer.

“Por una noche 150 mil bolívares pero si es con una tercera persona, como me ha ocurrido, es el doble, porque me han contactado para atender parejas, me ha tocado cumplir fantasías con disfraces e incluso me piden hasta que diga palabras en otro idioma…, esto la verdad no ha sido tan fácil pero tampoco tan difícil, me he hecho de un nombre entre mis clientes y ya sé qué quiere cada quien”, afirma Mauricio.

Indica que escoge minuciosamente a sus clientes y que antes de cualquier encuentro, investiga de forma rigurosa las condiciones físicas de la otra persona, pues su virilidad dependerá de los estímulos visuales.

“Para un hombre es más difícil que para una mujer, porque ellas pueden fingir un orgasmo pero nosotros no podemos fingir una erección”

“Hay clientes que son bellísimas, hasta chamitas de 20 años he atendido, chamos que incluso son más hermosos que yo pero, que simplemente no les dan lo que quieren y salen a buscarlo en otras personas y pagan por eso…, no me gusta discriminar pero no solamente me escogen a mí yo los escojo a ellos, porque no quiero que mi muchachote me vaya a quedar mal, aunque siempre se ha portado bien”, dice entre risas y sarcasmo Mauricio.

Actualmente Mauricio prepara maletas para dejar Venezuela, con su titulo en mano y sus conocimientos sobre el placer fingido se instalará en tierras chilenas, pues asevera que las oportunidades dentro de la prostitución son mucho mejores que en su tierra natal.

“He viajado en varias oportunidades, personas que me han contactado y ha sido un buen negocio, la prostitución deja buenas ganancias en cualquier parte del mundo y si es un trabajo riesgoso pero se gana bien y se emplea poco tiempo”, finaliza Mauricio.

Prostitución con calidad de exportación

El petróleo no es lo único que ha exportado Venezuela, pues como alternativa a la crisis que atraviesa el país muchas mujeres han emigrado a otros países, y ante la imposibilidad de conseguir algún empleo formal, por falta de preparación, han decidido emprender labores en la prostitución.

Colombia es uno de los principales destinos debido a que el acceso a tierras neogranadinas puede ser fácilmente por tierra sin tanto costo y mucho más rápido. Algunas venezolanas se han instalado en algunas barriadas de ese país con inundada vida nocturna para ofrecer sus servicios.

De acuerdo a los últimos estudios se estima que al menos 90% de las trabajadoras de los bares son venezolanas, lo que ha implicado un descenso enorme en los servicios de su principal competencia las colombianas.

Sin embargo, pese a esta situación la Corte Constitucional de ese país ordenó proteger a las mujeres venezolanas que prestan servicios sexuales dentro de su soberanía, a fin de determinar en qué condiciones están e incluso darles documentos que permitan hacer su trabajo sin ninguna vulneración.

“En caso tal que personas extranjeras decidan desempeñarse como trabajadores sexuales en Colombia, estas entidades deben apoyarlas en la consecución de sus visas de trabajo y demás documentos que les permitan laborar en forma regular y sin persecuciones o vulneraciones de ninguna clase”, señaló la Corte.

En fallo de tutela, la Corte protegió el derecho a ejercer dicha profesión, pero hizo un llamado a las autoridades para verificar si las mujeres venezolanas lo están haciendo con pleno consentimiento o si se trata de casos de trata de personas.

“En consecuencia, Migración Colombia, la Defensoría del Pueblo y cualquier autoridad con competencia en el asunto deben procurar que los migrantes sean protegidos de forma plena, que puedan ejercer sus derechos, obtener la documentación para permanecer en el territorio colombiano y, de ser el caso, ser calificados como refugiados”, dice el fallo.